Los compradores de coches nuevos son cada vez más viejos

    Los compradores de coches nuevos son cada vez más viejos

    La propia SEAT habla ahora maravillas de su cambio de rumbo con un producto más y mejor dirigido «hacia las familias» abandonando su foco dinámico.

    Pero hace quince años las cosas no eran así. SEAT hacía coches para un estrato de edad diferente, más joven, y ganaba dinero con ello. ¿Han cambiado los gustos o han cambiado los compradores? Un repaso rápido a estadísticas recientes nos revela la realidad tras el cambio radical de la oferta de automóviles que estamos viviendo en el último lustro.


    Tirando de estadísticas, hemos podido saber que la edad media del comprador de un coche nuevo en Europa es de 53 años prácticamente ahora mismo. En España la edad media es de 46 años, siete menos que la media Europea. Lo que es más importante, si cabe, es que sólo uno de cada cuatro compradores europeos tienen menos de 45 años, lo que desplaza la mediana (el valor más típico) por encima de esa barrera de los 45 años.

    Comparando datos históricos, la edad media del comprador en España ha ascendido seis años en el periodo 2007-2013. ¿Por qué? Pues por muchas razones, pero entre otras, el desempleo masivo del país para menores de 25 años, el descenso de interés de compra de vehículos nuevos de los actuales veinteañeros (otra estadística revela que uno de cada dos menores de 25 años no está interesado en tener coche propio en nuestro país), y la extrema dificultad de acceso al crédito, que todavía nos azota. Y es que la mayor parte de las compras de coches nuevos se realizan al contado, aunque pueda parecer extraño (de hecho, punteando los datos, hemos encontrado encuestas y datos para todos los gustos, con resultados que dicen que la mayor parte de operaciones pasan por financiación, y otros datos que dicen justo lo contrario).


    El mercado de segunda mano es el que se encarga de nutrir de coches a los más jóvenes, pero los fabricantes no diseñan coches para el segmento del Vehículo de Ocasión (VO). A las marcas les interesa vender coches nuevos, que es de lo que viven y hacen negocio, fundamentalmente.

    Así las cosas, el desplazamiento de la media y la «moda» de edad de los compradores europeos tiene un enorme efecto sobre el diseño y delineado de productos. La desaparición de gran parte de los compradores menores de treinta años del mercado europeo ha implicado que todos los fabricantes hayan tomado dos decisiones fundamentales: Desplazar los productos de segmento B hacia el tamaño de los segmento C, buscando ofrecer coches «para todo» con cuatro plazas aptas y maletero considerable, y al mismo tiempo el segmento C se haya convertido en «el coche familiar por antonomasia» pero sin requiebros estéticos ni riesgos dinámicos.

    Las dos marcas que más «abusaban» de la búsqueda del conductor joven a principios de siglo (Opel y SEAT probablemente) han tenido que cambiar la configuración de sus productos del segmento C (Astra y León) para crear coches más familiares, menos audaces y agresivos, que ya no sean «tan macarras».

    Para SEAT este ha sido un importante cambio cultural. Para empezar, ha partido de la necesidad de desprenderse con el León de su «hispanodependencia». No podía concentrar casi todas las ventas del compacto en España, pues eso le dejaba debilitada. Apuntar al resto de Europa ha implicado ofrecer un coche para personas de 45 años o más, y eso implicaba al mismo tiempo dejar atrás las claves que habían convertido al León en todo un éxito como «compacto deportivo». Ya no hay lugar para kits de carrocería «tuneros», y sí para carrocerías familiares.


    Fiat, por su parte, ha acabado matando al Punto, y especialmente a su versión deportiva, el Abarth Punto, en otro ejemplo claro de cómo se ha acabado la demanda de un producto que concentraba sus ventas en personas menores de treinta años. La familia quinientos y el Panda son productos que «se venden solos» a los «cuarentones».

    Pero, ¿a dónde nos llevará todo esto? La tímida recuperación del mercado implicará a buen seguro un descenso paulatino de la edad media de los compradores. Pero será muy lento y discreto. La falta de interés por la compra de un coche nuevo y la emigración de la población a mega-urbes está ocasionando que el coche se vea como «algo vetusto del pasado» (una de cada cuatro personas en Europa ya piensan así, según el estudio de Cetelem sobre hábitos de compra de coches).


    La irrupción de la conducción automatizada, los pods y los servicios tipo Uber para compartir medios de transporte individuales implicarán un problema todavía mayor. El cambio de gustos de la población joven afectará profundamente a una industria que tendrá que reinventarse para adaptarse al mercado que existe.

    Luego, los de siempre, podremos quejarnos de «lo soso y anodino que es el nuevo compacto de la marca equis», pero la realidad es que cuando apuntas a un hombre de 45-50 años como cliente principal de tu producto, y sigues la máxima de «no desagradar nunca a tu público objetivo» (algo lógico, por otra parte) hay poca cabida para licencias radicales y atrevidas.

    Datos: Eurostat, observatorio Cetelem, ACEA
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