El estado se cree el dueño del sol

    El estado se cree el dueño del sol

    Los que opten mañana por un coche eléctrico, tienen la ventaja de que pueden amortizar parte del coste extra del vehículo en el ahorro del combustible. Pero no nos engañemos, si todos pasásemos mañana mismo a comprar coches eléctricos porque los problemas logísticos y de carga relacionados con los mismos desaparecieran, el estado tendría que moverse rápido para adaptarse a las nuevas tendencias.

    ¿Por qué? Pues porque el combustible de tu coche es una máquina de generar impuestos. Cada litro de gasolina supone más de medio euro de ganancia para las arcas públicas. Si mañana nadie repostara combustibles, el estado tendría un agujero en su cuenta de ingresos bastante acusado.


    La electricidad, además, tiene una ventaja, y es que a medio plazo, con los medios adecuados, uno podrá recargar su coche en casa, lo que permitirá cubrir la mayor parte de los trayectos sin tener que visitar puntos de recarga urbanos o interurbanos.

    Curiosamente, con la nueva legislación de nuestro país en la mano, en la que se nos va a cobrar un precio de electricidad variable en función de cada minuto del día prácticamente, no supondrá el mismo gasto recargar el coche a las dos de la tarde que a las seis de la madrugada. De la misma manera, si uno cuenta con placas solares, podría disponer de una fuente energética gratuita.

    En Estados Unidos no se ha tardado en organizar un movimiento para aprovecharse de toda esta nueva situación. Hace semanas Tesla presentó su batería doméstica. La idea del dispositivo es tener un almacén energético en el hogar, que conociendo los precios de la electricidad de antemano, pueda consumir energía en los valles de demanda, cuando es más barata, para cargar la batería, y después aprovechar dicha energía comprada barata para distribuirla a lo largo del día en el hogar.


    Por otro lado, las placas solares, cuya captación energética está marcada claramente por la incidencia solar, acopladas a un sistema de baterías sirven para permitir prescindir de esa «estacionalidad» solar, y tener los kWh necesarios cuando uno los quiere, y no cuando el sol se los envía.

    Pero, ¿qué ocurriría si todos los españoles fuéramos suficientemente espabilados para aprovecharnos de esta ventaja tecnológica? Pues que destrozaríamos el modelo de negocio de las eléctricas, y por extensión, también el modelo recaudatorio del estado, influenciado también por esa potencial caída del consumo de combustibles.

    La solución planteada (que puedes leer en este borrador aquí) por el gobierno es ridícula y lamentable. Primero se legisló a medida para gravar el uso de baterías en sistemas fotovoltáicos, al tiempo que se eliminaba el pago por kW aportado a la red eléctrica común. Vamos, que si tenías una placa solar en tu hogar y la conectabas a una batería, tenías que pagar una prima por almacenar energía. Si, en cambio, entregabas esa energía captada por tu tejado a la red eléctrica, entonces la red eléctrica no te la paga… «es de todos».

    Ahora se ha presentado un borrador de nuevo real decreto donde se grava el uso de baterías inteligentes como la de Tesla, a fin de evitar que el ciudadano de a pie ejerza el uso de su intelecto para comprar electricidad cuando más barata es, aprovechándose de los contadores electrónicos, y emplearla cuando él la necesita.

    En un mundo ideal, donde no hubiera intereses entremezclados, el estado animaría a los ciudadanos y las comunidades de vecinos a emplear estos sistemas, ya que permitirían almacenar electricidad en los hogares en los momentos de baja demanda eléctrica, y eliminar picos y valles tan marcados como los que se tienen en nuestra red eléctrica en verano, y que acaban ocasionando no pocos apagones.


    Esto pondría electricidad más barata a disposición del consumidor, y en lo que respecta a los coches, que es de lo que va este magazine, facilitaría poder cargar coches eléctricos a un precio menor.

    Pero el estado no sólo no se conforma con no pagarte por verter electricidad excedente de tus placas solares y no dejar almacenarla, bajo pena de impuestos imposibles, sino que ahora también se dedica a regular contra el almacenamiento inteligente de electricidad para aprovecharse de los valles de consumo.

    Resulta complicado entender, más allá de motivaciones económicas, el razonamiento que se esconde tras esta nueva regulación, ya que estabilizar la demanda eléctrica a lo largo de las 24 horas del día es una buena idea desde el punto de vista tecnológico, como lo es potenciar y animar a las comunidades y casas particulares a almacenar electricidad captada por placas solares para el autoconsumo, eliminando la dependencia de las grandes centrales eléctricas, más en un país donde la electricidad que no se produce mediante renovables tiene combustibles que tenemos que comprar al extranjero, lo que genera dependencia estratégica de otros países.

    ¿Y a qué me lleva todo esto respecto al automóvil? Pues a pensar que si los gobiernos que nos rigen están haciendo estas leyes a medida para evitar la ventaja ciudadana de nuevas tecnologías, no dudarán en llegar mucho más lejos cuando el inminente cambio paradigmático del automóvil tenga lugar. Cuando los coches ya no sean impulsados por litros y litros de combustibles gravados, cuando los ciudadanos opten más por el carsharing y la conducción automatizada y haya menos ventas de coches «tradicionales», ¿qué medidas se inventarán para mantener el ritmo impositivo actual? Lo veremos en 20 o 30 años… Mientras tanto, a mi lo que me preocupa es ver cómo se legisla a medida para defender intereses económicos privados en contra de la evolución tecnológica que nos debería servir para crear un mundo mejor para nuestros hijos mediante la reducción de emisiones de CO2, el consumo responsable y el empleo de la lógica.


    Artículo actualizado para agregar vínculo al borrador del Real Decreto propuesto
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