Que EEUU abandone el acuerdo de París es un error histórico

Que EEUU abandone el acuerdo de París es un error histórico

¿Y eso qué más da? Pues que se altera un sistema muy delicado de equilibrio en el clima mundial. No solo van a subir los océanos de nivel, también van a ser más frecuentes los desastres naturales y con ello las pérdidas económicas y humanas. A Donald Trump, presidente de Estados Unidos, no debe importarle mucho porque a medio plazo estará muerto y no verá mucho de esto. Estados Unidos abandonará el acuerdo de París en 2020, no puede hacerlo antes, y se alinea así con dos grandes potencias que se habían negado a firmar el acuerdo: Nicaragua y Siria. ¿Cuáles son las razones? Por un lado, las económicas, y por otro, el cociente intelectual del inquilino de la Casa Blanca.


Hasta los chinos lo han firmado. El dragón asiático es el responsable del 30% de las emisiones mundiales, como la suma de todos los territorios salvo EEUU, la UE, la India, Rusia y Japón. Estados Unidos aporta el 15% del CO2 mundial. El país norteamericano debía reducir para 2025 del 26 al 28% de sus emisiones tomando como escenario base 2025. Trump está cumpliendo sus promesas electorales, como la desmantelación del Obama Care y la apuesta por renovables y paralización de tecnologías contaminantes como el petróleo, el gas y el carbón. Para un político que cumple sus promesas… y nos tenemos que lamentar.

Afortunadamente, EEUU no puede dejar el acuerdo tan rápido como mandar un tuit, tal y como le recuerdan a Trump varios diplomáticos y políticos europeos. Trump cuenta con la oposición de grandes empresas, incluso Elon Musk -CEO de Tesla- le ha abandonado como asesor. El magnate ha decidido darle la espalda al mundo, como si no formase parte de él.


El acuerdo de París está pensado en el largo plazo: evitar que el planeta ascienda 2 grados de temperatura en este siglo, que ya ha aumentado 1,1 grados. Parecen cifras ridículas, pero hablando de climatología son números muy importantes. En el Siglo XX las emisiones de carbono se han disparado por la acción del hombre. Al ritmo que iban a ir las cosas, el escenario distópico de la película «Waterworld» está más cerca cada día que pasa. Ni tú ni yo lo viviremos, lo harán nuestros tátaradescendientes. Y se acordarán de nuestra estirpe.

A Donald Trump le tenemos que aguantar hasta enero de 2021 salvo que ocurra algún hecho inesperado que interrumpa su presidencia de forma fulminante. Mientras no llegue otro político que sea capaz de sacar a Trump de la Casa Blanca en las próximas elecciones (finales de 2020), EEUU no pondrá todo de su parte, pero incluso el mayor contaminador del mundo lo hará. Los chinos han empezado como una partida de SimCity, contaminando a saco, pero incluso ellos son conscientes de que deben bajar las emisiones.

¿Y cuál es la excusa de Donald Trump? Que el acuerdo perjudica la competitividad de EEUU, sus puestos de trabajo, su industria… todo a corto plazo. Dentro de décadas, cuando se vea tal vez superado como potencia, ya vendrán los lamentos de no abrazar las tesis del Siglo XXI. Con un poco de suerte, los fabricantes automovilísticos de su país no darán la espalda al mundo, y si no, seguirán retrocediendo en un mundo que ya no dominan.

¿En qué afecta esto al mundo de la automoción? El sector del transporte es uno de los actores fundamentales a la hora de emitir CO2 a la atmósfera. En menos de tres décadas habremos pasado de un modelo basado fundamentalmente en fundir petróleo a uno eléctrico y de emisiones nulas, o esa es la idea para algunos. Los fabricantes de EEUU ya perdieron el tren de la innovación hace 10 años, y dos de ellos -General Motors y Chrysler- necesitaron un carísimo rescate con dinero público. Ford como tal no fue rescatado, pero se nutrió de fondos para el desarrollo de energías alternativas.


Bajo las políticas de Trump, para 2025 EEUU solo habrá reducido las emisiones la mitad de lo que le toca, un 14-15%

Los desafíos para el Siglo XXI son varios: reducir la sangría de los accidentes de tráfico, avanzar hacia la conducción autónoma y segura (*), dejar de emitir gases de efecto invernadero y contaminantes… en definitiva, provocar otra revolución del transporte comparable a la de acabar la era del caballo animal e iniciar la del caballo mecánico. Apostar por el carbón, el petróleo, el fracking… no es seguir el camino correcto. No se puede esperar mucho de una persona que definió el cambio climático como un cuento chino para reducir la competitividad de las industrias norteamericanas. Así está el nivel.


Donald Trump ha conseguido algo inaudito, poner a todo el mundo de acuerdo en algo: estar en su contra. Bueno, falta Nicaragua y Siria, pero no son actores relevantes. Es un auténtico éxito diplomático por su parte.

(*): la prohibición de la conducción manual tardará mucho en llegar, y si algún día llega, seguramente ya seamos todos unos carcamales.

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