Mi amor por Mazda es de sobra conocido por todos vosotros, pero la era rotativa tocó a su fin con la desaparición del RX-8 del mercado. El público en general perdió su interés por los cupés, y a eso se agregó la perpetua fama de los Wankel de ser motores complicados y tragones. La realidad, y lo digo con conocimiento de causa, es que estos coches resultaban fiables, siempre que fueran bien mantenidos. Las historias de terror sobre consumo de aceite no dejaban de ser ciertamente estúpidas: A fin de cuentas es un motor que bebe aceite por diseño, y tampoco bebe tanto cuando no ruedas al ataque. Pero todo se juntó. La crisis llegó, la gente perdió el interés por los deportivos y Mazda sufrió una crisis económica importante tras separarse de Ford.
Pero los de Hiroshima, ya lo sabes, «nunca se rinden». Y tras recuperar la senda de las ganancias y reestructurar toda su gama para depender exclusivamente de plataformas y motorizaciones propias, han querido renovar sus mitos.
El primer mito renovado fue el MX-5, que a fin de cuentas siempre ha tenido su espacio comercial. Pero al que no esperábamos tan pronto y tan «de verdad» era a este RX-Vision Concept.
Míralo, no hace falta ser un lince o un friki de Mazda para reconocer en él todo un homenaje estético al RX-7 FD. Aunque tira de las proporciones Kodo para conformar su carrocería, huye de replicar formas y volúmenes para definirse, y tira de repertorio clásico Mazda para crear un cupé de formas curvadas y orgánicas, con un alargadísimo capó, una retrasada cabina con arcos de techo muy curvados y unos grupos ópticos traseros que son un guiño perfecto a los empleados en el FD.
El frontal, con su calandra poligonal, y los faros LED, son un soplo de aire fresco, pero 100% Mazda en todo caso. Pero la característica que más nos enamora es el juego cóncavo-convexo aplicado a la vista lateral, donde la aleta delantera juega con dos radios de curvatura distintos que agregan muscularidad y sirven también para atisbar un fino trabajo aerodinámico para extraer aire del paso de rueda delantero. La ausencia de aditamientos aerodinámicos extremos o elementos barrocos ornamentales más allá de la branquia, sólo sirven para recordarnos cómo de bueno puede ser un diseño sin recurrir a líneas innecesarias de estilo, si se juega con las curvaturas correctas y las proporciones y dimensiones adecuadas.
Por cierto, no te pierdas el último detalle referente al legado: la doble «burbuja» del techo, copiada abiertamente (y de manera declarada) por Mazda de los Abarth Zagato, y que estuvo presente tanto en el RX-7 FD como en el RX-8, sirviendo para estabilizar y dirigir concienzudamente el flujo de aire sobre el coche, mientras un difusor se encarga de pegar la trasera al suelo (recuerda, estos coches siempre han sido tracción trasera).
Abierta la puerta, uno se encuentra nuevamente otro guiño perfecto al RX-7 FD, con un cuadro curvado y orgánico, rodeando al conductor y presentándole frente a sus ojos el cuentarevoluciones como protagonista principal, mientras volante y pomo de cambios parecen caer a sus manos.
No se ve ni una salida de aire, ni una pantalla de infoentretenimiento, ni un freno de mano eléctrico… ¿Para qué? Esta es una máquina de disfrutar conduciendo.
Conceptual, el coche es sin duda conceptual, pero todo es netamente producible a base de pocos cambios. Obviamente, el interior tendrá que dar paso a ciertas de esas amenidades suprimidas, y el exterior jugar con alguna diferencia milimétrica, pero por lo demás, el RX-Concept Vision es un acierto total como fiel sucesor del RX-7.
Bajo su capó delantero se encuentra el nuevo motor Wankel SkyActiv-R, del que Mazda no ha dado un solo detalle técnico, más allá de prometerlo como novedoso y revolucionario en tanto en cuanto solventará toda la problemática de los motores rotativos para cumplir Euro6 y futuras normas anti-contaminación.
Sabemos de buena tinta, y por vías no oficiales, que Mazda trabajaba en un nuevo motor Wankel de 1,6 litros de desplazamiento, con inyección directa de gasolina (algo que a fin de cuentas no es del todo novedoso, ya que la inyección directa en los Wankel se probó primero en los años sesenta), y encendido por un sistema de bujías láser que permitirían un mejor control del frente de llama para una combustión más efectiva.
Obviamente, del nuevo RX podemos esperar lo que ya se ha convertido una tradición en estos cupés de la compañía: Motor delantero-central completamente situado tras el eje delantero, como ya sucediera con el RX-8, con una elaborada suspensión de dobles triángulos delante y una independiente de cinco brazos trasera más un autoblocante Torsen. El prototipo cuenta con frenos firmados por Brembo con discos flotantes mordidos por pinzas rígidas, y será especialmente interesante valorar el peso total del conjunto, pues siempre ha sido el punto fuerte de los RX. ¿1.300 kilos? Yo diría que podrían apuntar a algo menos, incluso.
Mazda no ha dado fechas para una versión de producción, pero nos ha regalado una confesión: Este coche se acabará comercializando más pronto que tarde. Dicen que no ponen plazos concretos para no presionar en exceso al equipo de ingeniería y dejarles trabajar con margen para cumplir todos los objetivos del proyecto.
Yo creo que lo veremos en 2018 en los concesionarios, con al menos 300 caballos enviados a las ruedas traseras y una tarifa de precios sobre los 42.000€ para este dos plazas estrictas.
Personalmente, ya me he enamorado y obsesionado. Y todavía queda un larguísimo camino para conocer la versión de producción, pero sólo puedo aplaudir la osadía de Mazda para crear un coche fiel a sus principios. Un cupé ligero, precioso, con carácter y personalidad propias y con un motor único. Cuando todas las ovejas del redil juegan a hacer lo mismo, hay que ser osado y valiente para salirte por la tangente. Sois grandes, chicos, sois muy grandes.
