Los australianos más amantes de las altas prestaciones serán los que más lo noten. De la propulsión trasera y los V8 se pasará a -como mucho- los V6 y la tracción total. Las versiones más corrientes usarán tracción delantera y motores de cuatro cilindros. Por estos lares ya es lo más normal, pero allí será un poco un chocante.
El Commodore se había fabricado en Australia desde 1978, y la generación actual (VF) se ha exportado a EEUU como Chevrolet SS, y al Reino Unido como Vauxhall VXR8. Por eso del volante a la derecha, no existió versión Opel, y con los impuestos al automóvil que se estilan por la zona continental -y el elevado precio de exporación- con los Insignia OPC teníamos suficiente. Es una pena que se pierda «biodiversidad», pero este negocio es así.
Lo mismo le va a pasar al Ford Falcon australiano, porque todas las fábricas del país echan el cierre en cuestión de meses. Los últimos en largarse son General Motors, Ford y Toyota, y anteriormente lo hizo Mitsubishi. Australia es uno de esos países del primer mundo donde se vive tan bien que dejó de ser interesante producir coches. Holden se convierte en una marca íntegramente de coches remarcados que vienen de otros países. En cuanto a los modelos más locales, como los UTE (pick-up basados en berlinas), probablemente desaparezcan.
La recreación digital de RM Car Design no tiene precisamente mala pinta, y nos anticipa algunos rasgos estilísticos del Insignia Grand Sport, el sedán. A nivel tecnológico y de equipamiento el Insignia/Commodore estará mucho mejor surtido que su antecesor, habida cuenta de todas las chucherías tecnológicas del modelo alemán. Mejor equipado, más parco en consumo, más racional… pero menos australiano, con menor carácter, y con menos historia. La cotización de los últimos Commodore VF con motor v8 será muy interesante a medio y largo plazo.
