El último ejemplar saldrá de fábrica este año. Para el mercado americano no habrá modelo 2017, y en Japón la Final Label Edition lo dice todo. El CR-Z salió al mercado en 2010 como el único híbrido «deportivo», con cambio de manual de seis velocidades, una potencia decente, dos plazas, dos pseudo-plazas inútiles, un maletero apañado, y una estética muy distinta a la de compactos al uso. Honda no ha sabido venderlo, y tampoco apareció en el mejor momento posible.
La tecnología híbrida de este coche está totalmente superada, pero en cierto modo era como llevar un Civic Type-R de tapadillo, con consumos dignos de un tricilíndrico traqueteante, y sin renunciar a la palanca y al tercer pedal. Es una pena, pero así funciona este negocio. Cuando se venden pocas unidades, o es a un precio muy alto, o las cuentas no salen. Y este coche no era precisamente barato.
De todas formas, me quedo con un consuelo. De todos los talibanes y fans que hay en el mundo del automóvil, los de Honda son de los más fieles a sus creencias, rozando el fanatismo. Al final, lo más seguro es que los CR-Z que pululan por nuestro país acaben en las manos adecuadas, aunque no estén nuevos ni tengan pocos kilómetros. En estos años los que han tenido uno me han hablado muy bien de él, y yo mismo tengo un buen recuerdo del coche. Solo conozco UN caso de insatisfacción, una avería de precio medio en cinco años.
Si te cruzas con un CR-Z, fíjate en el conductor, seguramente será muy feliz; puede que le envidies.
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