Sobre el accidente de María de Villota

Sobre el accidente de María de Villota

Hasta ahí la noticia.

No es mi propósito valorar si hubo o no negligencia en la actuación de alguna de las partes implicadas.

Lo que tuve claro desde el minuto 1 -y me ratifico ahora- es que María de Villota fue víctima de la limitación de tests, por un lado, y del afán recaudador de los equipos pequeños, por otro.

Para decirlo sin rodeos: en mi opinión, Marussia simplemente quería hacer caja y por eso le concedió a María lo que en el baloncesto serían los minutos de la basura. En lugar de una sesión libre del viernes o un día de tests como Dios manda en un circuito con mayúsculas (fruta prohibida debido a su escasez), el equipo entonces radicado todavía en Banbury mandó a María a un frío aeródromo inglés para cumplir el expediente.


Estas jornadas de ensayos aerodinámicos solían desarrollarse en un entorno y unas condiciones indignos de la categoría reina. Marco Canseco analiza hoy en Marca los hechos y explica que, según el organismo citado al principio, «no hacía falta ni médico ni ambulancia para este tipo de pruebas».

Hace casi 30 años que la muerte de Elio de Angelis en un test en el Paul Ricard desembocó en la obligatoriedad de contar con helicóptero y centro médico operativo siempre que un monoplaza de F1 saliera a rodar a un circuito. Por lo visto, la cosa no iba con estos ensayos aerodinámicos, alias «los minutos de la basura».

Los ensayos aerodinámicos venían a ser lo que los minutos de la basura en el baloncesto

Alguien en la FIA se dio cuenta de cuál fue el verdadero detonante del drama de María, y los ensayos aerodinámicos desaparecieron sin hacer ruido del reglamento deportivo de la F1 del 2014. No he oído a nadie echándolos de menos.


En realidad, no me extraña, porque cuando los ensayos aerodinámicos estaban en vigor, los equipos podían renunciar a cada uno de los cuatro días estipulados a cambio de… ¡cuatro horas de ensayos en un túnel de viento! A escala real, eso sí.

El sueño de María valía lo mismo que 240 minutos de probaturas en un túnel.

Repito, le dieron «los minutos de la basura».

Salvando las distancias -porque las consecuencias son diametralmente dispares-, es el mismo desprecio que mostró Williams con Susie Wolff cuando la escocesa disputó su primera sesión libre del viernes en Silverstone, el año pasado.


Apenas dio una vuelta antes de que la mecánica dijera basta. Más tarde, el equipo reconoció sin rubor que Wolff montaba un motor que ya había superado con creces su ciclo vital.

Los equipos de F1 parecen encantados con la repercusión mediática de tener una mujer piloto en el equipo, pero a la hora de la verdad son los primeros en demostrar más bien poca convicción respecto de sus aptitudes.

Ese es el problema de fondo que arrastra el altísimo precio que pagó María por los minutos de la basura.

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